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Hay mucho escrito sobre emociones, también sobre equipos y sistemas sociales y, casi nada sobre emociones en los equipos. Los equipos pueden estar tristes, contentos, aburridos, estresados, serenos, sorprendidos, agresivos, etc. La emocionalidad de un equipo, bloqueando el resto de variables, puede influir hasta en el 30% de su desempeño y eficiencia. 

Estoy seguro de que, como yo, notas la emocionalidad de los sistemas a los que perteneces. Y no sólo de estos, también de otros a los que eres invitado o a los que llegas de casualidad. 

La sistemología emocional es la disciplina que estudia las emociones de un sistema o grupo humano estable. Hablamos de sistemas complejos humanos, en todas sus vertientes: familiar, organizacional, educativa, asociativa o deportiva. El objetivo de la sistemología emocional es mejorar la habitabilidad emocional y la calidad de vida de un sistema, para que evolucione y madure. Se persigue, en definitiva, que los sistemas sean emocionalmente más sostenibles y ecológicos. 

¿Te has parado a pensar qué es lo hace a un equipo emocionalmente sostenible? Piensa en alguno de los equipos a los que perteneces y reflexiona si: 

  • Se siente responsable de las emociones que vive y no vive, que expresa y cómo las expresa y del estado de ánimo en que se encuentra inmerso. 
  • Comunica de forma fluida y sincera, tanto externa como internamente. ¿En qué medida se habla de todos los temas, incluidos los incómodos o tabú? 
  • Vive la emocionalidad, se permite reír, llorar, celebrar, gritar, acariciar y sentir y expresar de manera adecuada cualquier emoción que surja. 
  • Piensa en positivo y con una actitud constructiva ante dificultades, contratiempos y cualquier tipo de retos que se presenten. 
  • Dispone de una visión, una misión y unos valores retantes e ilusionantes, compartidos por la gran mayoría, que actualiza de forma regular. 
  • Disfruta y celebra, tanto de su día a día como de cualquier acontecimiento, por pequeño que pueda parecer, permitiéndose soñar y fluir habitualmente. 
  • Diseña y cuida su entorno, buscando un ambiente agradable, relajado y orientado a la acción, en cuanto a mobiliario, colores y distribución del espacio. 
  • Respeta las leyes del amor, descritas por Hellinger, que son: pertenencia al sistema, equilibrio entre dar y recibir y prevalencia de los que llegaron primero. 
  • Comparte el liderazgo, fomentando un modelo múltiple y situacional de liderazgo, lo cual es compatible con que haya un responsable de referencia. 
  • Fomenta el equilibrio a sus miembros entre el orgullo de pertenencia y cohesión con el equipo y las posibilidades de desarrollo y autonomía personal. 

Confío en que alguna de estas claves te pueda resultar interesante y, por qué no, te de pistas para que influyas en hacer alguno de tus equipos más sostenible emocionalmente y, por lo tanto, saludable y eficiente. 

Autor: Ovidio Peñalver Martínez 

Coaching de Equipos
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