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“Hay una base científica muy fuerte sobre la relación entre la capacidad de aprender y el estado emocional. Lo que más importa es que se haga un cambio de mirada y se tenga en cuenta cómo se sienten los chicos. Hemos centrado la educación en los contenidos durante demasiados años”

(Verónica Bois, Escuela de Educación, Universidad de Harvard)

Hemos centrado fundamentalmente el éxito académico en el saber teórico, en los conocimientos técnicos, en el estudio constante, en la colección de títulos.

Los curriculums tienen más valor cuanto más extensos son. Cursos, cursillos o masters acaparan años cedidos a entidades formativas, a logros académicos. Pero en ninguno se reflejan, ni mucho menos se valoran, las habilidades personales, esas que permiten y facilitan las relaciones humanas y el logro de las metas, personales o comunes, gracias al autoconocimiento.

Se dejan de lado los valores del individuo, sus cualidades intrínsecas y aquellas que ha ido incorporando a través de la práctica de la empatía, de la escucha al otro, del respeto de sus ideas y sus pensamientos. No se valora tampoco algo tan importante hoy en día como es el pensamiento crítico.

La pandemia ha acelerado un cambio que ya había empezado a producirse. La tecnología ha irrumpido de una forma mucho más potente y está presente en nuestro día a día. Se ha introducido en nuestras vidas y ya no va a salir.

Aprenderemos a manejar la digitalización porque es algo que se enseña con metodología formativa pero lo que no se enseña, y es difícil de implantar, son las herramientas emocionales, las que implican las relaciones humanas y la comunicación interpersonal.

Cada individuo es un ser único, distinto y genuino. Siempre creyó el ser humano que su inteligencia era una y se medía según su capacidad de acumular información y cultura. Define la RAE inteligencia como:

  1. Capacidad de entender o comprender
  2. Capacidad de resolver problemas

Cierto es que estamos conformados de una inteligencia práctica que nos permite absorber con mayor o menor dificultad los conocimientos, pero hay un concepto relativamente joven, el de Inteligencias Múltiples, que desde el año 1983 ha marcado un gran cambio en el entendimiento de las capacidades humanas.

Howard Gardner, psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, se dedicó a investigar las capacidades cognitivas del ser humano. Con sus estudios llegó a la conclusión que cada individuo puede tener diversos tipos de inteligencias que se pueden agrupar en 12 tipos diferentes.

Más allá de estas inteligencias el psicólogo e investigador, David Goleman, llegó a desarrollar la Inteligencia Emocional y pudo distinguir dos tipos dentro de la misma: la inteligencia personal y la inteligencia interpersonal.

Entendemos por inteligencia emocional la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones. El cerebro emocional responde a un evento más rápidamente que el cerebro pensante. Afecta a nuestra interacción con los demás y nuestra comprensión de nosotros mismos. Define cómo y qué aprendemos y determina la mayoría de nuestras acciones diarias.

Desde mediados del siglo pasado se ha venido trabajando y evaluando la importancia que esta inteligencia tiene para nosotros. Según uno de los expertos más destacados en el mundo en la materia, Joshua Freedman, la Inteligencia emocional es responsable de hasta el 80% del “éxito” en nuestras vidas.

Si bien se considera importante llevar esta práctica al aula por su necesidad y lo que aporta, también se aprecia que existen impedimentos como la escasa formación del profesorado o la escasez de recursos y propuestas para desarrollar la asignatura.

Algunos colegios han comprendido la importancia del desarrollo de esta inteligencia y han empezado a implantarla en sus aulas.

El Instituto de Inteligencia Emocional y Neurociencia Aplicada acaba de presentar su primer Estudio Nacional sobre la Educación Emocional en los colegios de España en el que han participado centros de toda la geografía (públicos, privados y concertados), docentes, directores de los colegios y alumnos. De dicho estudio se deduce que sólo el 5% de los centros están trabajando en el tema, lo que nos permite aseverar que “la educación emocional supone una excepción en los centros educativos de España”.

Las conclusiones del informe son claras. La educación en el Colegio se centra mayoritariamente en la transmisión del conocimiento y en obtener capacidades lógicas, analíticas, numéricas, lingüísticas y digitales. Pero hoy en día estos aspectos no son suficientes, no garantizan una educación integral que prepare a la juventud para afrontar los retos del Siglo XXI.

Desde el año 2015 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) formada por 36 países, entre ellos España, ha comprobado la necesidad de la educación emocional en los niños y jóvenes. En su directorio “Education and Skills” da la misma importancia a las competencias emocionales que a s competencias técnicas. Así ha elaborado unas políticas a nivel global que promoverán la educación emocional en los Colegios.

En la prestigiosa Universidad de Yale se organiza un curso bajo el título de “The Sciencie of Well-Being”. En él se trabaja fundamentalmente con la Inteligencia Emocional para llegar a conocernos a nosotros mismos, comprender las diferencias con los demás y desarrollar las habilidades necesarias para poder comunicarnos mejor. Es decir, facilita la felicidad y el éxito.

El pasado 26 de mayo la Fundación Ramón Areces organizó una charla titulada “La educación del futuro ya está aquí” entre el catedrático de economía Antonio Cabrales y la catedrática Beatriz González López-Varcálcel. De la interesantísima disertación entresacaría varios puntos:

  1. La educación revela lo que somos.
  2. En el futuro el trabajo repetitivo, técnico, lo harán las máquinas. Hemos de fortalecer nuestra formación en la parte que las máquinas no nos pueden suplir: “la resolución de problemas complejos” para lo cual necesitamos utilizar nuestra inteligencia emocional.
  3. Hemos de introducir en la educación, desde pequeños, la creatividad, la empatía, el liderazgo, la gestión de grupos …porque esto sólo lo podrá hacer el ser humano. Ahí estará nuestra fuerza laboral.
  4. Hay que reeducar el talento. El aprendizaje ha de estar basado en la experiencia.

Y un dato muy importante que apuntaron: El Informe Pisa no sólo mide los conocimientos académicos.

Así es, además de las pruebas en papel y lápiz que miden la competencia en lectura, matemáticas y ciencias, los estudiantes han llenado cuestionarios sobre ellos mismos. Se valoran la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que estos tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje. En el informe del año 2003 ya se incluía la resolución de problemas.

Es el momento de desarrollar desde jóvenes la Inteligencia Emocional, facilitar el autoconocimiento, reconocer las habilidades de cada uno, potenciarlas y aprender a ser versátil. El tiempo apremia.

Autor: Aurora Herráiz Águila – Coach y Mentora

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